La importancia de la labor del docente en el desarrollo emocional de los alumnos.

“Todos los días, los maestros de todo el mundo dan vida a la educación al impartir conocimientos y equipar a los niños con herramientas adecuadas para aprender y prosperar” – Jo Bourne, Directora Asociada y Jefa Global de Educación de UNICEF.  

La educación es un derecho básico de todos los niños, niñas y adolescentes, que les proporciona habilidades y conocimientos necesarios para desarrollarse como adultos y además les da herramientas para conocer y ejercer sus otros derechos. Los maestros y maestras representan una de las fuerzas más sólidas e influyentes para garantizar la equidad, el acceso y la calidad de la educación.  

Todos recordamos a esa maestra o maestro que dejó una huella en nosotros, lo más probable es que de niños no entendíamos muy bien por qué, sentíamos que había una conexión y un cariño extraordinario por esa maestra o maestro, seguramente fue porque el día que llegamos tristes se preocuparon por nosotros, o porque contaban los cuentos más originales, quizá las clases de matemáticas eran a través de juegos o las de ciencias en el patio de la escuela. Y con sus diferentes maneras de enseñar poco a poco todos esos esfuerzos lograron desarrollarnos en los adultos que somos hoy en día, nos enseñaron valores, principios y aspiraciones, a construirnos como personas y en sociedad, por todo esto los maestros y maestras nos enseñaron más allá de sumar y restar o leer y escribir, se convirtieron en una figura protectora y de apoyo en la cual pudimos confiar y acudir al tener problemas en nuestro entorno.  

La finalidad de la educación es el pleno desarrollo de la personalidad integral del individuo. En este desarrollo pueden distinguirse como mínimo dos grandes objetivos: el desarrollo cognitivo y el desarrollo emocional. Ambos elementos son esenciales para el desarrollo de la personalidad integral de la persona. 

En 1996, por encargo de la UNESCO, Jacques Delors, desarrolló el informe de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI, en la cual se especifican los cuatro pilares en los cuáles debe basarse la educación a lo largo de la vida, estas cuatro bases son: 

  1. Aprender a conocer: enseñar a construir el conocimiento para que se pueda seguir aprendiendo toda la vida, es decir, enseñar a pensar. 
  1. Aprender a hacer: para hacer la vida más productiva es necesario poner en práctica los conocimientos teóricos. Habla de enseñar las técnicas, pero también su sentido ético y práctico para que las próximas generaciones puedan construir y desarrollas nuevas prácticas propias. 
  1. Aprender a ser: se debe trascender el sentido de la educación, para pasar a formar individuos con un sentido de pertenencia, de justicia, de trascendencia y de verdad. 
  1. Aprender a vivir con los demás: la educación debe enfrentar las dificultades que como sociedad global afectan a la humanidad del siglo XXI. 

Los maestros y maestras están muy atentos no sólo en el desempeño académico de sus alumnos, también en su desarrollo socioemocional, se preocupan y ocupan por sus emociones y sentimientos. Es por ello que logramos generar un vínculo afectivo y de admiración hacia y con ellos. A pesar de que la educación tradicional ha estado basada casi en su totalidad en los dos primeros pilares, desde hace dos décadas se le ha dado mayor importancia al aprender a ser y aprender a vivir con los demás, pilares que están altamente relacionados con la salud social y emocional, ya que para la UNICEF los cuatro pilares son de igual importancia y deben de recibir la misma atención y acción.  

Hoy sabemos que el desarrollo cognitivo y el desarrollo emocional están altamente ligados entre sí. Es indispensable que los alumnos estén motivados, conozcan y tengan control de sus emociones para que alcance mayores rendimientos en el conocimiento instrumentalizado y a la vez logren ser emocionalmente inteligentes. 

Es cierto que la educación emocional es una innovación educativa que ha ido introduciéndose poco a poco en las diferentes etapas del desarrollo educativo para mejorar las capacidades emocionales del alumno. Pero sin duda, la labor de los maestros y maestras, que desde hace muchos años con su cariño motivan a sus alumnos todos los días y con su paciencia les enseñan a controlar sus emociones, a aprender a ser empáticos con sus compañeros y fomentan el compañerismo ha sido de gran ayudar en la formación integral de muchas personas que hoy se desarrollan profesionalmente. 

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