Este regreso a clases será irrepetible, muchos alumnos asistirán por primera vez a la escuela de manera presencial y muchos otros regresarán a las aulas después de más de un año de clases vía remota. Debido a esta situación, lamentablemente, será difícil que todos los alumnos lleguen con el mismo rendimiento escolar ya que sin duda alguna la pandemia por COVID-19 ha afectado a todos de manera diversas. Es por esto que las maestras y maestros tendrán que estar preparados para identificar cualquier área de oportunidad en sus alumnos y fomentar el desarrollo de las habilidades necesarias para que situaciones como la falta de desarrollo motriz o la lateralidad cruzada no sean factores que determinen el rendimiento escolar de los alumnos.
El desarrollo de la motricidad es un proceso secuencial y dinámico que se produce desde el nacimiento y mediante el cual las personas adquirimos una gran cantidad de habilidades motoras encaminadas a lograr independencia física y funcional a la vez que sucede la maduración del sistema nervioso. Las habilidades motoras se ven reflejadas en acciones como sostener y manipulas objetos, darse la vuelta, sentarse, gatear, caminar, alimentarse, correr, jugar y así hasta llegar al fin último que es cuidarse por sí mismo. Pero el desarrollo motor no está sólo siempre va acompañado del desarrollo psicológico, sensorial y perceptivo, es por eso que muchas veces se prefiere hablar del desarrollo psicomotor.
Existen tres habilidades principales dentro del desarrollo motriz los cuales están determinados por factores tanto biológicos como sociales y es por ello que la interacción de las niñas y niños con su entorno es determinante para su desarrollo. La primera habilidad es la motricidad gruesa que son todas aquellas actividades que dependen de los músculos grandes como lo son: controlar la cabeza, sentarse, pararse, caminar o mantener el equilibrio. La segunda habilidad es la motricidad fina la cual involucra la coordinación de nervios, huesos y músculos más pequeños para realizar movimientos más precisos. Por último, están las habilidades orales-motoras que se involucran diferentes músculos, huesos y órganos del cuerpo para realizar actividades como comer y hablar.
En relación con la motricidad está la lateralidad que es la consecuencia de la distribución de funciones corporales establecidas entre los dos hemisferios cerebrales definiendo así la utilización de un lado preferente del cuerpo respecto al otro (derecho o izquierdo) para la realización de la mayoría de las acciones cotidianas. Es por eso que a las personas que tienen preferencia por el lado derecho de su cuerpo las llamamos diestras y a las que prefieren el lado izquierdo, zurdas. La mayoría de las personas se identifica con alguna de estas dos opciones dentro de los primeros 7 años de su vida y es en estos casos cuando hablamos de una lateralidad homogénea, ya que se utiliza el mismo lado de mano, pierna, pie, ojo, oído y cervicales dominantes para realizar la mayoría de las actividades.
Sin embargo, aproximadamente el 25% de la población ya sea por factores genéticos, del entorno, la educación, el aprendizaje recibido o factores sociales, no presenta una preferencia hacia un lado del cuerpo y es entonces cuando hablamos de lateralidad cruzada. Cuando esta condición se presenta en niñas y niños es normal que éstos presenten más dificultades en la lectoescritura, el cálculo, la automatización de actividades y coordinación psicomotriz. Ya que pueden presentar inversiones en la lectura y escritura de números y letras, suelen tener desorientación espacial y temporal, junto a una cierta torpeza psicomotriz y del ritmo.
Cada persona tiene un modo concreto de captar la información, de procesarla y de darle una respuesta. Por lo tanto, los niños y las niñas presentarán más dificultades si en vez de que la información llegue por su medio de procesamiento habitual, lo haga por otro diferente, ya que no es lo natural para ellos. Es por esto que es importante guiar a nuestros niños y niñas desde una edad temprana. Primero dentro de la edad de 0 a 5 años dejándolos descubrir el mundo sin imponerles qué lado de su cuerpo es el correcto para usar y a partir de los 5 años que es cuando las niñas y los niños comienzan a decidir cuál será su lado preferente, apoyarlos y guiarlos para que se sientan cómodos y confiados con su elección.
Hoy en día, no importa si nos encontramos en un aula física o en un aula virtual, es importante estimular y desarrollar las habilidades motrices básicas incluyendo así, todas las capacidades perceptivo-motrices, sin perder la conexión con los aspectos cognitivos y emocionales. LEGO® Education a través de su línea LEGO DUPLO® y los diferentes sets enfocados para preescolar contribuye al desarrollo de estas habilidades. Está demostrado que al jugar con bloques las niñas y niños desarrollan a profundidad habilidades como: búsqueda visual, conciencia cinestésica, rotación mental, imaginación, control de emociones, percepción visual, flexibilidad cognitiva, visualización especial, entre muchas otras. Mientras se desarrollan estas habilidades las niñas y niños están desarrollando su motricidad fina a la vez que ponen a trabajar ambos hemisferios de su cerebro, de esta manera los niños exploran con qué lado de su cuerpo se sienten más cómodos al realizar diferentes actividades de destreza y así pueden irse perfilando hasta elegir el lado de su preferencia.